Vivir en la Argentina no es fácil. Trabajás más de la mitad del año para pagar impuestos. Te obligan a comprar carísimo. Tu salario es una miseria y se evapora con la inflación. Te ofrecen servicios públicos del Tercer Mundo. No caminás tranquilo por la calle porque pueden robarte el celular, que igual te sirve de poco porque la señal es pobre. Dormís mal, preocupado por tus hijos. Te cortan la calle cuando vas a trabajar. Los sindicalistas que dicen defenderte viven como magnates y los políticos que dicen cuidarte amasan fortunas. Los empresarios que dicen darte trabajo producen bienes malos que te cobran a precio de oro. Nuestra moneda perdió trece ceros en 22 años. Pensémoslo así: la superficie de la Argentina es de 2. 780. 400 kilómetros cuadrados. Si estuviera cubierta con baldosas de 52 centímetros, después de perder esos trece ceros nos quedaríamos con una sola baldosa. La culpa es nuestra porque compramos mitos: el déficit fiscal, el peronismo, la hiperinflación, el Rodrigazo, la crisis de 2001, las jubilaciones, entre otros.
«La sociedad cómplice hace un recorrido bien completo de las creencias y demandas de una historia económica tan tediosamente repetida que va siendo hora de que alguna generación sospeche que hay algo muy malo en cómo se explica al mundo y al propio país. Esta obra podría titularse 'Todos sabemos lo que hay que hacer', porque su foco lo hace obvio».
José Benegas, analista político